Hermosa
foto histórica de Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, y su
mascota.
El
perro de Freud, un Chow Chow llamado "Topsy", era para él
una especie de asistente durante las sesiones de psicoanálisis que
tenía con sus pacientes.
En
una carta que escribe Freud a su ex paciente Marie Bonaparte
expresa:
"Los motivos por los que se puede querer tanto a un animal con tanta intensidad; es porque se trata de un afecto sin ambivalencia, de la simplicidad de una vida liberada de los insoportables conflictos de la cultura.
"Los motivos por los que se puede querer tanto a un animal con tanta intensidad; es porque se trata de un afecto sin ambivalencia, de la simplicidad de una vida liberada de los insoportables conflictos de la cultura.
Los
perros son más simples, no tienen la personalidad dividida, la
maldad del hombre civilizado ni la venganza del hombre contra la
sociedad por las restricciones que ella impone.
Un
perro tiene la belleza de una existencia completa en sí misma, y sin
embargo a pesar de todas las divergencias en cuanto a desarrollo
orgánico, existe el sentimiento de una afinidad íntima, de una
solidaridad indiscutible.
A
menudo cuando acaricio a Topsy me he sorprendido tarareando una
melodía, que pese a mi mal oído, reconocí como el Aria de Don
Juan.
Mucho
más agradables son las emociones simples y directas de un perro, al
mover la cola de placer o ladrar expresando displacer. Nos recuerda a
los héroes de la Historia, y será por eso que a muchos se los
bautiza con el nombre de alguno de esos héroes “